ACOG Noviembre – Manejo de los trastornos menstruales

RESUMEN:

Objetivo:

Proporcionar recomendaciones para el tratamiento del síndrome premenstrual y el trastorno disfórico premenstrual, denominados colectivamente trastornos premenstruales, basadas en la evaluación de la evidencia sobre la seguridad y eficacia de las opciones de tratamiento disponibles. También se incluye una descripción general de la epidemiología, fisiopatología y diagnóstico de los trastornos premenstruales para proporcionar a los lectores información general relevante y contexto para las recomendaciones clínicas.

Población objetivo:

Adultos y adolescentes en edad reproductiva con síntomas premenstruales.

Métodos:

Esta guía se desarrolló utilizando un protocolo a priori en conjunto con un equipo de redacción compuesto por dos especialistas en obstetricia y ginecología designados por el Comité de Guías de Práctica Clínica-Ginecología del ACOG y un experto externo en la materia. Los bibliotecarios médicos del ACOG completaron una búsqueda exhaustiva de literatura primaria en la Biblioteca Cochrane, el Registro de Colaboración Cochrane de Ensayos Controlados, EMBASE, PubMed y MEDLINE. Dos autores del equipo de redacción evaluaron los estudios que pasaron a la etapa de selección de texto completo según criterios estandarizados de inclusión y exclusión. Los estudios incluidos se sometieron a una evaluación de calidad y se aplicó un marco de evidencia a decisión GRADE (Grading of Recommendations Assessment, Development and Evaluations) modificado para interpretar y traducir la evidencia en declaraciones de recomendación.

Recomendaciones:

Esta Guía de práctica clínica incluye recomendaciones sobre las siguientes opciones de tratamiento basadas en evidencia para los trastornos premenstruales, reconociendo que muchas pacientes pueden beneficiarse de un enfoque multimodal que combine varias intervenciones: agentes farmacológicos (hormonales y no hormonales), asesoramiento psicológico, tratamientos complementarios y alternativos , terapias nutricionales y de ejercicio, educación del paciente y estrategias de autoayuda, y manejo quirúrgico. Las recomendaciones se clasifican por solidez y calidad de la evidencia. Se incluyen puntos de buenas prácticas sin calificar para brindar orientación cuando no se pudo hacer una recomendación formal debido a evidencia inadecuada o inexistente. Con base en la revisión de datos extrapolados de poblaciones adultas y el consenso de expertos, se determinó que las recomendaciones también se aplican a los adolescentes, con algunas excepciones que se indican en la Guía de práctica clínica.